Nadie en su sano juicio dejaría una red social en plena precampaña de lanzamiento de su novela. Yo, en cambio, lo he hecho, no sé si porque estoy loca o porque soy rara (o por las dos cosas al mismo tiempo).
Llevaba un tiempo en Twitter, cada vez más activa, cada vez con más seguidores, aunque mis publicaciones nunca llegaban a demasiada audiencia. Hasta que un día, de repente, un pensamiento íntimo, una ráfaga que se cruzó en mi cabeza, acabó saltando de un lado a otro, de un perfil a otro, atravesando mares, montañas y océanos. Porque las redes son así. De Madrid a Buenos Aires se tarda un instante en llegar. De Buenos Aires a Londres otro segundo, y en apenas unas horas has recorrido el planeta entero varias veces. Qué aterrador es esto, pensé. La perdición está al alcance de tu mano en apenas un segundo. Hay…
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