«Diles que se escribe como se ama, con el mismo estilo. Que se escribe y se ama y se ama y se escribe y se sobrevive como se puede. Que algunos aman y escriben como con mucha parafernalia, con mucho artilugio y con mucho epíteto, pero en el fondo no están diciendo nada. Que otras amamos y escribimos desnudas y de noche y en silencio».
Este fragmento tan bello y tan sugerente pertenece al relato «Lo inexpresable», el último texto de este libro que acabo de leer, El emperador de los helados de Jorge Morcillo. Y, con permiso del autor, voy a hacer mío ese fragmento. Es más, lo he hecho mío ya, porque me siento tan reflejada en él que parece como si lo hubiera escrito yo. Pero antes de llegar a este relato, pongámonos en contexto.
El emperador de los helados es el último libro del escritor…
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