Antonio y Cleopatra, historia de una pasión

Muchas veces me encuentro con personas que desdeñan la historia argumentando que es imposible conocer las motivaciones y la forma de pensar de los individuos que la conformaron. Cada vez que escucho semejante diatriba me entran ganas de contestar que ese argumentario solo demuestra ingenuidad. Ya ves tú, presupone que ahora, en la actualidad, todo es diáfano y explicable, y seguramente conozcan tanto y tan mal la personalidad y las ambiciones internas de un hitita como el de las personas con las que se suelen relacionar. Así que, por lo general, los seres humanos son un gran misterio y lo mismo da que te remontes al mundo antiguo que a la modernidad más galopante. 

Hoy hablaremos de dos individuos de los que casi todo el mundo ha oído hablar pero de los que muy pocos saben algo certero. Me refiero a que nos sumergiremos en los acontecimientos de una de las parejas de amantes más famosas de la historia: Antonio y Cleopatra. 

Comenzaremos por la última. Sobre Cleopatra hay muchos clichés propiciados por el cine, la literatura, y la malintencionada historiografía. Derribemos algunos de ellos: era reina de Egipto, pero tenía tanto que ver con la historia del Antiguo Egipto como un antillano sobre la historia de Bizancio. Cleopatra era esencialmente griega. La educaron en esa tradición helenística y su familia eran los Ptolemaicos. La dinastía inaugurada por los sucesores de Alejandro Magno.  

Los primeros Ptolemaicos fueron gobernantes notables. Favorecieron las artes e inauguraron la biblioteca de Alejandría y el famoso Faro. Hubo uno de ellos que decretó una ley por la que cualquier barco que llegase al puerto de Alejandría tenía que ser registrado y si se encontraba cualquier documento escrito se confiscaba. Como mucho se les daría una copia cuando los escribas hicieran su trabajo, pero el original ya no saldría más. 

  Sobrevivieron al derrumbamiento y a las guerras de los sucesores. El pueblo egipcio siguió viviendo en la esclavitud del trabajo agrícola, de sol a sol como se dice, pero la élite griega- macedónica vivió a cuerpo de faraón. Todas las construcciones de esta época son fastuosas y grandiosas. Todo se hacía a una escala enorme, incluida la flota de guerra, lo que más tarde posiblemente le costará a Marco Antonio y Cleopatra la derrota ante Octavio. 

Comentaba que los primeros Ptolemaicos fueron, más o menos, gobernantes notables, pero luego todo derivó en desposamientos entre ellos, asesinatos y demás. Antes de nuestra particular Cleopatra hubo treinta dinastías y un montón de Cleopatras y Ptolomeos, porque casi todos se llamaban igual y es muy fácil confundirlos. 

Mientras tanto el mundo había cambiado. Los sucesores de Alejandro fueron cayendo. Roma se impuso a Cartago y Egipto, pese a ser una potencia, no podía ni soñar enfrentarse a Roma por su inmenso poderío militar. Esencialmente a Roma no le interesó mucho apropiarse de Egipto porque ya la tenía subyugada. Le bastaba con que le suministrase grano y en interceder (a veces) en sus continuas luchas internas. 

Así que nos encontramos con una joven y cultísima Cleopatra intentando sobrevivir a su exterminio (algo muy común en su dinastía) cuando se topa con Julio César y su enfrentamiento civil con Pompeyo. Fue César el que le ayudó a resituarse en el poder y entre ellos nació una relación política-afectiva muy profunda, y un hijo, Cesarión, que ya fue muy criticada en su momento, pues la jovencísima Cleopatra acompañó a César a Roma en varias ocasiones.  Incluso se encontraba allí en el momento de su asesinato.

  Derribado el primer cliché sobre todos los fastos orientales de Egipto, que no eran tales como nos han contado en las películas —puesto que la clase dirigente eran esencialmente griegos y no solían mezclarse mucho con los genuinos egipcios—, justo es que nos detengamos a hablar sobre la “esplendorosa belleza” de esta reina. 

Bien, primero todas las crónicas que nos han llegado sobre ella parten de sus vencedores. O sea que de sus vencedores y de una sociedad muy patriarcal como era la romana, en la que ver una mujer en un puesto de poder era casi imposible. Egipto, sin embargo, tuvo numerosas reinas durante su historia y también los Ilirios y otros pueblos tuvieron mujeres al frente. Hasta los supersticiosos etruscos eran más avanzados que los toscos romanos. Octavio fue el que se impuso y todo el conocimiento de la biblioteca de Alejandría fue paulatinamente perdiéndose: desde el primer incendio en la época de Julio César hasta su posterior aniquilación. O sea que la visión que nos aportaron sobre esta mujer no se ajusta a la realidad y ha sido siempre malintencionada. Todo parece indicar que no era tan hermosa como Elizabeth Taylor. Una cosa intermedia. Además, los Ptolemaicos eran famosos por sus narices ganchudas y los cánones de belleza de la época nada tienen que ver con los nuestros. Una persona regordeta era sinónimo de salud y bienestar. Lo que resulta indudable es que su magnetismo erótico más bien partía de su majestuoso intelecto y de su magnífica oratoria. Conocedora de varios idiomas podía hablarte de filosofía, poesía, teatro, mitología, etcétera, con propiedad, era una persona cultísima, muy despierta, y no con menos ambición que la que tuvieron y demostraron César y Marco Antonio.  

Por cierto, que sobre Marco Antonio también se han contado muchas falacias. Tampoco era un Adonis en el físico, aunque en espíritu puede que sí. Las monedas que se han encontrado en las que figura su rostro así lo demuestran. Es verdad que era un hombre excesivo, muy dado a abusos del alcohol y a arrebatos pasionales, pero casi siempre se olvida citar que su abuelo fue un maestro en oratoria y que Antonio no solo fue un buen militar, sino que tenía verdadero talento. Al final, la visión shakesperiana, es una de las más acertadas con respecto a estos dos individuos. Eso sí, con la salvedad maliciosa de que en Shakespeare los amantes nunca se escuchan entre ellos y que la pareja más estable en toda su literatura (no es ironía) fue la de los asesinos de Macbeth. 

Casi siempre se ha asociado la imagen de Marco Antonio con la de Dionisios y a la de Cleopatra con la de la nueva Isis. Bueno, con una Isis adaptada a la griega, más cercana a ser una Afrodita. Las creencias en esa época no eran monolíticas ni fanáticas como fueron después con la llegada de los monoteísmos y los pueblos adoptaban los dioses a sus gustos y costumbres. Eran Dioses moldeables al interés humano, a sus deseos de eternidad y trascendencia. 

Yo tiendo a pensar que hubo mayor grado de compenetración entre Marco Antonio y Cleopatra que la que Shakespeare y los historiadores nos cuentan. En realidad, Marco Antonio casi siempre estuvo un poco asociado a Oriente. De hecho, su primer mando militar lo tuvo en Judea. Y atención, hay historiadores como Apiano que nos cuentan que Marco Antonio ya conocía a Cleopatra mucho antes del famoso encuentro de Tarso, desde los tiempos en los que sirvió en las filas del general Aulo Gabinio. Este general restituyó a Ptolomeo XII, el Auletes, padre de nuestra Cleopatra, sin el consentimiento del senado y para cobrar 10000 talentos que le ofrecía el Ptolomeo. Tanto Marco Antonio como Aulo Gabinio estaban endeudados por sus desmanes de juventud. En ese momento Cleopatra era una adolescente, pero (según Apiano) ya Marco Antonio quedó prendado. 

En cuanto a César (otro personaje en que la fidelidad en sus aventuras amatorias no era precisamente su fuerte) tampoco era un hombre atractivo. Es verdad que tenía personalidad y que era culto y mejor escritor que lo que algunos críticos quieren reconocer. Sus memorias de la Galia y de la guerra civil con Pompeyo están bien escritas y demuestran que, aparte de un feroz militar, estaba capacitado para la literatura. Pero era un hombre acomplejado por su calvicie y era cincuentón en ese momento. Lo que para esa época era ser ya un hombre muy mayor (aunque para los cargos de la administración en Roma o en la desaparecida Cartago esto de la edad no era un problema). Pues bien, cuando Marco Antonio conoció a Cleopatra oficialmente (pero es bien posible que Apiano estuviese bien informado y la conociese ya siendo una adolescente) era un poco más joven y tenía mejor físico que César. A pesar de llevar una vida muy loca y aguerrida era muy asiduo de los gimnasios y del ejercicio físico. Además, era un auténtico casanova (si se me permite el término que no se ajusta a este periodo histórico) y tenía una personalidad ambiciosa y fascinante. Era muy teatral. Famosas son sus “anécdotas carnavalescas” en las que solía disfrazarse de esclavo para así poder colarse en las casas de sus numerosas amantes. Y esto le venía desde sus correrías de juventud con su amigo Gayo Escribonio Curión, en la que aparte de conquistar determinadas alcobas de mujeres de la alta aristocracia ambos acabaron endeudados por un tremendo despilfarro. O sea que Shakespeare podría haber incluido a Marco Antonio en la primera parte del Enrique IV y no desentonaría. 

Entre los numerosos matrimonios de Marco Antonio también encontramos a otra mujer de armas tomar: Fulvia, esposa primero de Publio Clodio Pulcro y luego de Cayo Escribonio Curión. Su tercer matrimonio fue con Marco Antonio. Fulvia tuvo una gran personalidad, derribó muchos techos de cristal para la mujer en la sociedad romana de entonces y eso le llevó a granjearse muchos enemigos. Muy famosa fue su animadversión por Cicerón al que se la tenía jurada desde que salvó con su oratoria al asesino de su primer marido. Dicho sea de paso, la animadversión entre ambos era mutua y Cicerón ridiculizó tanto a ella como a Marco Antonio en sus Filípicas. Tiempo después exhibió triunfante la cabeza y la lengua de Cicerón tras ser ajusticiado por unos soldados leales a Marco Antonio. Al parecer, delante de todo el mundo, se quitó el pasador de su pelo y atravesó con este la extirpada lengua del gran orador. Sobre este hecho hay un cuadro muy interesante en el Museo del Prado llamado “La venganza de Fulvia”, del pintor mallorquín Francisco Maura y Montaner. Yo he puesto una imagen en el enlace de Twitter- (X). Con Octavio también tuvo Fulvia “relaciones difíciles”. Fue la primera mujer mortal romana en aparecer en una moneda. Pero falleció prematuramente de enfermedad. La verdad es que si su alma hubiese vuelto del Hades se habría muerto otra vez al ver a su último marido casarse en sus nuevas nupcias con la hermana de Octavio, que también apareció en monedas no siendo mortal. Fue un casamiento de puro interés político y cuya alegría, todo sea dicho, no duró mucho.  

Como casi siempre en la historia el sexo, la ambición política, la guerra, los matrimonios de conveniencia y las venganzas tejieron su propio maneje y nos trasladamos (salvamos todo el asesinato de César, las posteriores batallas, proscripciones y ajusticiamientos, es decir: los años en los que Octavio y Marco Antonio colaboraron) de frente con el momento cumbre en el que se va a decidir si el enfermizo, frío y calculador Octavio va a vencer al apasionado y díscolo Marco Antonio: la batalla de Actium, año 31, antes del advenimiento del carpintero. Por cierto, Marco Antonio había salvado más de una vez a Octavio. Alguna vez en el campo de batalla y otra de la turba enfervorecida romana, cuando Sexto Pompeyo tenía bloqueado con su flota el transporte marítimo y en Roma la gran parte de la población pasaba hambre. 

¿Qué pasó realmente en esta batalla? ¿Fue el genio estratégico de Agripa (el general más destacado de Octavio) el que realmente decidió la contienda? ¿Nos podemos fiar de lo que contaron los que vencieron? En realidad, por refriegas anteriores, Octavio disponía de casi el doble de naves que Marco Antonio, y más manejables y veloces, puesto que Egipto tenía muchas naves comerciales que no eran precisamente las más efectivas. Y las otras naves, las gigantescas, las que tenían velas y multitud de soldados, tampoco eran muy maniobrables. Lo que sí se puede afirmar puesto no hay historiador que no deje de mencionarlo es que Marco Antonio abandonó a su ejército para perseguir la nave insignia de Cleopatra intentando que ella saliese huyendo de esa ratonera. 

Tras esa derrota hay casi todo un año de espera en Egipto antes de sus suicidios respectivos. Octavio, que se sabía ya vencedor, no permitió a Cleopatra que negociase con él. La capacidad de Cleopatra de sobrevivir a su propia familia y al dominio romano había llegado a su fin. Ese joven enfermizo que Marco Antonio había subestimado acabó poco a poco con todos sus rivales haciéndose con el poder y poniendo fin a la República. Aunque dicho sea de paso esta llevaba ya décadas desintegrada en guerras civiles. 

Atrás quedaron los fastos y las pasiones vividos por esa pareja de amantes tan particular que formaron Cleopatra y Marco Antonio. ¿Se suicidó uno al saber de la muerte del otro? No lo sabemos a ciencia cierta y tampoco es tan importante, puesto que ambos ya se sabían perdidos. Se despidieron de la vida viviendo con total intensidad, tal y como habían vivido. Igual que Cleopatra y el propio Marco Antonio no tuvieron magnanimidad de la hermana de Cleopatra, Arsínoe, y de muchos otros con anterioridad (véase también el envenenamiento de su otro hermano Ptolomeo) no podían esperarla ahora de los vencedores.  

La historia es a veces caprichosa y de vencer el bando de Cleopatra y Marco Antonio quizá hubiéramos tenido también un imperio helenizado inaugurado por Cesarión (hijo de Julio César y Cleopatra) o por cualquier de los otros hijos que tuvo la pareja, entre ellos una pareja de mellizos a los que Marco Antonio llamaba «el sol y la luna», pero cuyos nombres oficiales eran Alejandro Helios y Cleopatra Selene. Por último tuvo otro hijo, Ptolomeo Filadelfo. El destino de estos muchachos fue más afortunado que el de Cesarión, que de hecho era el mandatario oficial junto a Cleopatra aunque también fuese un crío. La madre lo había dejado todo dispuesto para que le sucediese. En todo caso Roma se habría orientalizado, pero es inútil elucubrar qué habría significado eso para la historia. Lo que sí es importante es que a veces la política, el amor, las animadversiones, el sexo, las obsesiones y las ambiciones personales, deciden más los reinos y el destino humano que las decisiones meditadas. 

Cleopatra y Marco Antonio fueron apasionados y excesivos en casi todo lo que hicieron en la vida y se jugaron muchas veces el todo por el todo. Algunas veces les había salido bien y otras se convirtió en un absoluto desastre. Véase, por ejemplo, la campaña pártica de Marco Antonio.

Yo los dejo caminando ebrios por las calles nocturnas de Alejandría. Quizá cantando himnos a los dioses o quizá besándose. La fiesta en la noche está agonizando y pronto va a amanecer. Se solían disfrazar para pasar inadvertidos, pero todo el mundo sabía que eran ellos dos porque era muy complicado que otros amantes pudiesen ser tan indiscretos. Hay una auténtica vocación teatral y trágica en esta pareja. Como siempre sucede en las ciudades portuarias las calles que llevan al puerto debían ser las más interesantes y peligrosas. En la Alejandría de ese momento eso también sería así. Les vemos perderse a lo lejos y entrar en el pórtico de la historia. A ellos poco le importan nuestras consideraciones. Saben que el amor es un asunto que solo concierne a los amantes. No dejaron tumbas ni mausoleos a los que peregrinar ni en los que depositar flores. No importa. Siempre serán apasionados y vitales. Siempre serán jóvenes. 

Hasta otra. 

Para saber más:  

. Dion Casio, Historia romana, Libros L-LX (Gredos) 

. Apiano, Historia romana. Guerras civiles. Libros I y II (Gredos) 

. Adrian Goldsworthy, “Antonio y Cleopatra” (La esfera de los libros) 

. Plutarco «Vidas paralelas» VII -Antonio- Bruto- Dión- etcétera (Gredos)

-William Shakespeare “Julio Cesar” y “Antonio y Cleopatra”. Shakespeare no es nunca estrictamente fiel a la verdad histórica, pero eso da igual con la calidad que tiene. En su caso va más allá y penetra en «la verdad humana». El discurso de Marco Antonio sobre el testamento en Julio Cesar es mítico y toda la tragedia “Antonio y Cleopatra” es una obra de arte de una inteligencia y lirismo descomunal.

. Harold Bloom: “Cleopatra: Soy fuego y aire” (Vaso roto). Para adentrarse más en el universo shakesperiano .

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